domingo, 8 de junio de 2014

No a la bolivianización de T O M É MANIFIESTO PATRIMONIAL Nº 4 (Jornadas Patrimoniales Tomé Febrero 2013)

Desapareció el ramal ferroviario, luego los rieles oxidados y enseguida los durmientes que más de alguna vez supieron de nuestros pasos exploradores, a Los Tres Pinos y otros puntos de interés (según la edad). Ingenuamente creímos que eso sería todo, sin embargo para nuestra sorpresa y asombro, ya está desapareciendo el terreno que sostenía el tendido ferroviario y nos imaginamos un incierto futuro para los túneles. Por si fuera poco, se está haciendo majadera mala costumbre, el obstruir el libre acceso a las playas, lo que constituye una abierta provocación a las normativas legales, que establecen que en Chile no existen playas privadas.
De acuerdo a la ley, todas las playas de mar, ríos y lagos son Bienes Nacionales de uso público, es decir, son de dominio de todos los chilenos y su uso nos pertenece a todos, según el artículo 589 del Código Civil.
El acceso a una playa no puede ser comercial, por lo que nadie puede utilizarlas como si se tratase de propiedad privada, cobrando para acceder a ellas, ni dificultando o prohibiendo el paso. El Decreto Ley Nº 1939 de 1977, en su artículo 13, explicita que “los propietarios de terrenos colindantes con playas de mar, ríos o lagos, deberán facilitar gratuitamente el acceso a éstos para fines turísticos y de pesca cuando no existan otras vías o caminos públicos al efecto”.
Lo que en el papel está escrito con jurídica claridad, en la realidad funciona de otra forma. Propietarios de terrenos aledaños al litoral extienden sus dominios sobre arenas y roqueríos (las olas se están salvando por el momento) provocando natural ofuscación, no solo en quienes queremos seguir disfrutando de aquellos parajes, sino que también en turistas que vienen a descubrirlos.
¿Por qué no se cumple la normativa?
¿Por qué se desafían las leyes?
Muy sencillo y sorprendente: no hay sanción para quienes la incumplen. Y como a mayor intervención de abogados, fiscales, funcionarios judiciales, trámites, demandas, apelaciones y “recontraapelaciones”, más se ralentiza el proceso de solución a la demanda para acceder a las playas, al final se acaba la temporada veraniega, y los usurpadores quedan felices de haber logrado su propósito. Cuando llegue el próximo verano, es muy probable que haya (ojo con esa apalabra) construcciones o edificaciones, por las que el Estado tendrá que pagar si es que las quiere recuperar a través de la expropiación. Negocio redondo.
Tanto que deseábamos que nuestra Comuna se convirtiera en turística y miren lo caro que nos está costando el sublime anhelo. No solo estamos perdiendo el acceso a las playas, también hemos perdido el libre acceso al Muelle Artesanal, que era uno de los paseos públicos imperdibles, como lo fue el paseo a la Estación Ferroviaria durante siete décadas.
El Muelle Artesanal, después de las faenas de recepción de peces y mariscos, quedaba disponible para pasear en forma romántica, declarar el amor teniendo por testigos atardeceres cinematográficos o para contemplar la Luna, que tendía su camino hacia la Isla Quiriquina, al futuro, los sueños y la esperanza. Ahora el muelle tiene portón y candado. Por si fuera poco, se enrejó el acceso entre el Muelle Fiscal y la Capitanía de Puerto. ¿Qué está pasando? ¿No estaremos exagerando las privatizaciones? Desde 1835 al 2009 no hubo rejas. De pronto, a alguien se le ocurrió enrejar y llavear, lo que desde siempre había sido de libre circulación y nos somete a un enclaustramiento aberrante e innecesario.
El sector frente a la fenecida estación ferroviaria, que era para contemplar el océano y acceder a la Piedra del Chancho, fue invadido por viviendas. En la Explanada, modestas pescaderías, con venia municipal y sin estudio de impacto ambiental y estético, obstruyeron la privilegiada ubicación para contemplar la Quiriquina, la bahía y el tránsito de embarcaciones, devaluando el entorno del monumento a San Pedro, obra del escultor tomecino e internacional Vicente Gajardo. Más al sur, módulos para venta de artesanías, que permanecen gran parte del tiempo cerrados, se unen al precario estado en que se encuentra El Vagón, que requiere pronta restauración, para que siga cumpliendo su sino cultural.
Nuestro interesante, exclusivo y hermoso patrimonio natural-geográfico, está siendo diezmado a vista, paciencia e indiferencia de una mayoría, que complaciente se hace cómplice de la usurpación y el afeamiento de nuestro entorno, en abierta contradicción con el anhelo de hacer de nuestra ciudad-comuna, un polo turístico que contribuya a desarrollo de la Comuna y no de unos pocos privilegiados, que sacan provecho a los vacíos legales y dilataciones jurídicas.
¡Vamos tomecin@s!, la arena, las playas, las olas, las rocas, las gaviotas, los atardeceres, el aire marino… no deben tener precio ni propietarios. Insistamos en la RECUPERACIÓN Y CONSERVACIÓN de nuestros bienes naturales, antes que sea demasiado tarde para abatir portones, candados, cercos y murallas.
¡No a la bolivianización de Tomé! ¡Las playas nos pertenecen!


Prof. ROLANDO SAAVEDRA VILLEGAS

TOMÉ, FEB 2013 www.romanvilleg.cl

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